El 23 de septiembre de 2017, con motivo del Día Internacional Contra la Explotación Sexual y la Trata de Personas, el Ministerio del Interior en Perú lanzó la campaña «Que no te encuentren» con el objetivo de combatir la trata de personas, una estrategia de marketing dirigida jóvenes que dio mucho de qué hablar en redes sociales. La idea de la campaña fue la de crear una oferta de trabajo ficticia parecida a los anzuelos que las organizaciones criminales suelen usar para captar jóvenes:
La iniciativa […hizo uso de] avisos de trabajo en diversos diarios, así como afiches pegados en puntos públicos de [diversos] distritos de [Lima].
Durante cuatro días, 1.000 ciudadanos preguntaron sobre las ofertas laborales a través de mensajes de WhatsApp y llamadas telefónicas. Los avisos fueron publicados sin más información que “Se busca señorita” y “Se busca joven”, y con los montos de pago de entre S/1.500 y S/2.000.
Se convocó a 30 personas, [para ser entrevistadas] en un local que fungía de agencia de empleos […]. Policías mujeres vestidas de civil se hicieron pasar por entrevistadoras y les propusieron a los jóvenes viajar sin avisar a sus padres y dejando su DNI [documento nacional de identidad].
Veinticinco de ellos aceptaron la propuesta.
El sueldo mínimo en el Perú es de 850 soles, poco más de USD260. La oferta de 1,200 a 1,500 soles (USD 370 y USD460) de remuneración era ciertamente atractiva, sobre todo para los jóvenes de las zonas más populosas donde se publicaron los avisos.
Culminada la supuesta entrevista laboral, las agentes revelaron que todo era parte de la campaña «No dejes que te encuentren», para demostrar cómo captan los tratantes a sus víctimas.
En la página de la campaña en Facebook, el ministerio publicó el video de la simulada entrevista laboral. Una versión corta fue publicada en YouTube:
Las cifras no son alentadoras. Según informes de 2015, menos de tres de cada cien imputados por delito de trata de personas son sentenciados y el 60% de las víctimas son menores de edad. El trabajo de Grecia Delta da cuenta de algunas de las historias que suelen estar tras las cifras de las jóvenes que han caído como víctimas del tráfico y luego han sido ‘rescatadas’ por el sistema. El proceso de recuperación es largo y complejo, y no está libre de maltratos ni de discriminación.